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lunes, 9 de mayo de 2011

+ ¿Por qué estás tan melancólica?
-Porque, en este momento, no encuentro salvación alguna para mí.
+¿Salvación? ¿A qué te refieres? ¿No eres feliz?
-No, y tú tampoco. Eres tan desgraciado como yo.
+Venga ya... no será para tanto..
-Sí que lo es, si acaso, para más aún.
+Por favor, define ese "lo". Ya ni siquiera sé de qué estabamos hablando.
-El mundo. Ese gran agujero negro al que llamamos mundo.
+Ah... el mundo. Sí, claro. El mundo es un asco, todo el mundo lo sabe. Pero procuramos no hacer mucho caso, ¿verdad?
-No, eso es imposible. Nos guste o no, estamos metidos en él hasta el cuello. Nos rodea por todas partes, y cada vez que levanto la cabeza y echo una mirada a mi alrededor, lo que veo me da náuseas. Tristeza y repugnancia. Y decían que la segunda Guerra Mundial había arreglado las cosas, al menos para unos siglos. Pero todavía seguimos despedazándonos unos a otros, ¿no es así? Nos seguimos odiando igual que siempre..
No hablo de política, ni de economía... hablo de la avaricia de los hombres. Y del horrible lugar en el que se ha convertido este mundo. Hablo del capitalismo triunfante, sin nada que se le oponga ya...
Y todos tan contentos, tan satisfechos de nosotros mismos, mientras medio mundo se muere de hambre y no movemos un dedo para ayudarlo.
Me gustaría... me encantaría poder irme de aquí, dejarlo todo. Evadirme...
Pero, para eso, recuerden: coraje.
Renunciar a la sociedad, sobrevivir sin ella. ¿Acaso podemos sin convertinos en unos salvajes? (Más de lo que ya somos, claro.)

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